jueves, 1 de abril de 2010

Paso


1- Los dos niños pequeños intercambiaban empujones y tirones de cabello con intenciones nada inocentes, en una expresión de lo que ellos habrían explicado como odio. La niña pelirroja arañaba infructuosamente el cuello de su pequeño rival, quien la agitaba fuertemente por los hombros.
Enternecidas, las madres los observan de lejos, sin preocuparse por la violencia.
"Dios mío, ¡míralos!" exclama sonriente una, que compartía la prominente nariz de su hijo.
"¡Se aman!" responder con igual emoción la otra, de cabellos más apagados que los de su niña.

2- La pelirroja escucha un llamado, pero no sabe bien de dónde. Mira alrededor suyo, pero en su patio no se ven más que hierbas muertas y algunas cajas de cartón, hasta que finalmente nota, del otro lado de la pequeña valla de madera, a un chico de su edad, al lado de un recipiente con todas las cajas usadas. Una conversación se entabla fácilmente.
"Sí, me acabo de mudar... mi mamá y mi papá ya no están casados." comenta ella, con un dejo triste en su voz.
"¿Quieres venir a mi casa a jugar Nintendo?" pregunta inocentemente el pecoso niño, intentando alegrarla.
La charla continúa - hablan de hechos que a cualquier persona que no sea un niño de diez años como ellos le parecerían insignificantes - hasta llegar al videojuego, que evidentemente apaga todo rastro de su sociabilidad.

3- Caminando frente a su escuela en el helado frío de invierno, la pelirroja tenía una leve esperanza de que su viaje fuera tranquilo esta vez. No lo fue.
"Oye, ¡cara de perro! Sí, ¡tú!" exclama un chico desde las escaleras de la entrada, acompañando sus palabras de ladridos. Dos amigos están fielmente a su lado, uno riendo y el otro observando apenado la escena.
La joven de lentes exhala enojada y sigue caminando.

4- "Ah, mierda..." murmura enojado un chico de moda excéntrica - vestido de negro de pies a cabeza, con pantalones ajustados y chaqueta de marca, y una cresta roja bien cuidada - revisando sus bolsillos. Nada; la identificación se quedó en otro lugar.
Una chica pelirroja de más o menos su edad pasa frente a la licorería, y lo observa discretamente por unos segundos.
"¿No tendrás por casualidad una identificación falsa?" inquiere él con algo de esperanza. Ella revisa los bolsillos traseros de su pantalón - los de adelante son decorativos - y niega con la cabeza.
"Ah... y yo que quería emborracharme hoy..." gruñe frustrado el chico.
"No puedo hacer eso, pero... ¿qué opinas de un café?" ofrece la adolescente, sonriendo.
La ofrenda lo toma por sorpresa al principio, pero acepta con una sonrisa.

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