Sonaban al fondo gritos de bronce, marcando con paciencia el camino al infierno. Sentada con vapor en la cara, esperaba y esperaba, cantando al ritmo del perdón que no llegaría.
Sus palabras fueron bienvenidas con sonrisas que ocultaban el silencio incómodo.
Todos esperaban que pasara, pero el fin del mundo no espera a nadie.
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