lunes, 24 de septiembre de 2012

Lucha Libro

Este último mes, participé en el campeonato de improvisación literaria Lucha Libro. La idea es simple: Treinta y dos escritores enmascarados se enfrentan todos los lunes uno contra uno escribiendo cuentos en cinco minutos, con tres elementos obligatorios que deben aparecer en los cuentos. Los escritores escriben en una laptop, y esta laptop es proyectada detrás de ellos. Así, el público del bar en el que ocurre el evento puede leer conforme el autor-luchador escribe. Un jurado que cambia cada semana elige el ganador de cada enfrentamiento. Así, los lunes del 13 de agosto al 24 de septiembre, se han ido enfrentando ocho luchadores por fecha. Ahora quedan sólo cuatro: Ruido Blanco, Alberik, JZD y Bucéfalo.
De entre los treinta y dos que empezaron (de ciento sesenta que enviaron sus cuentos para ser seleccionados), quedé entre los ocho últimos, para ser eliminada por Bucéfalo en los cuartos de finales hace una hora. Admito que fue un error tonto - uno de mis elementos era "ancla oxidada" y, distraída, puse solamente "ancla". Quién sabe, tal vez el veredicto del jurado (que admitió que la lucha fue reñida) habría sido distinto de no haberme equivocado.

El oscuro, húmedo y francamente poco generoso en términos de espacio camerino del bar La Noche de Barranco me vio recorrerlo minuciosamente, inspeccionando cada firma en la pared mientras recitaba poesía del siglo de oro español y frases de Nietzsche. Ciertamente los nervios me carcomían, pero a la hora de escribir no fueron obstáculo. Mayor obstáculo fue mi propia falta de atención. Esperaba ansiosa en el pequeño cuarto amarillo mientras mi rival escribía su cuento, lo leía, era aplaudido y bajaba de nuevo. Luego el árbitro me anunciaba, y yo me paraba en las escaleras esperando emocionada a que terminara de recitar unas lineas muy amables sobre mí. "Nuestra siguiente concursante tiene 18 años de edad, 52 kilos, y viene de Surco... Su escritor favorito es George Orwell... ¡Denle la bienvenida a Almagesto!". (Digo amables porque quizás pesaba 52 kilos a la hora de haberme inscrito para el concurso... En agosto.) Con esas palabras salto sobre el escenario, escucho a mi barra de adolescentes emocionadas chillar como si yo fuera una superestrella del pop, pongo mi pose de metalera mala, miro los elementos en la pantalla, me cago de miedo, me siento en el banquito tambaleante y escribo.

Me apena haber llegado tan lejos para perder de forma tan ridícula, pero no me enoja. Aprendí muchísimo en esta competencia y siento que me ha ayudado mucho a evolucionar como escritora.

Parte de mí - la más supersticiosa - cree que es la maldición de Azul:
Azul luchó en las eliminatorias contra Liniers, perdiendo automáticamente pues utilizó la palabra "telenovela" en vez de "fotonovela", que era el elemento que se le había asignado. Liniers, en los octavos de final, compitió conmigo, y perdió automáticamente por haber usado el elemento "estampilla" de forma incorrecta: Usó la palabra correcta, pero con otro significado, el de estampita religiosa. Y llegué así yo a los cuartos de final, solo para perder automáticamente por el olvido distraído de un adjetivo.

Estaré subiendo los cuentos que me llevaron hasta los cuartos de final: "Los Zapatos", que venció a la temida Sin Bombachas el 3 de septiembre, y "Virgencita", que me llevó a la victoria sobre el misterioso Liniers. Además subiré el cuento de hoy, a pesar de no haber ganado. Porque vamos, aún así creo que es un muy buen cuento.

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